Bajamos
la calle nuestros pies fríos
Por la nieve
y la radio
La canción de temporada el humo de los autos la tarde
Las caudas de hielo en las cornisas se fraguaron
toda la noche
Escucho
Un ronronear y creo que es mi pecho
Bajamos
La banqueta angosta nos obligó a tomarnos de la mano
A hacernos promesas
A abrazarnos para cruzar al otro lado a la plaza a
la vieja ciudad la nieve
El adoquín que pisábamos llegó antes que nosotros
El griterío la charla esa música su follaje de
terciopelo en las tabernas también
Ya estaba todo antes que nosotros y hemos visto partir a los amigos
Hemos visto llegar los autos blindados con los
nuevos farsantes
El frío lo aclara todo por más que la nieve le ponga
su nombre a la ciudad
Todo es blanco
por un instante
Todo es nuevo
por un instante
Pero cuando la noche impone su cuerpo las verdades
simples prevalecen
Miramos nuestro abrazo nuestras bufandas nuevas en
un aparador y sonreímos
No para una selfie
Para recordarnos
la nieve en los toldos
Las promesas
Veo
la sombra que vio Sadeq Hedayat
Aleteos negros llamándome
Y me dicta
Un árbol de velos desolados de sangre
Ramas de lumbre
una espalda
De hombre
Un sonido
instrumentos de cuerda
Trepan contra la cima de un vientre
Y qué importan
las nuevas maquinarias
Abajo se pudren adolescentes arrancados al campo de
fútbol
Muchachos perfumados de tarde de domingo
Mujeres
De todos los confines
Qué importan las grandes expectativas
En donde pises los encontrarás
Naves de calcio
Fémures
Xifoides
Verás a los buzos volver del lodo y un muslo de esposa
Un brazo de hermano
Un cráneo de hijo
Aleteos
Penachos negros de plumas aceitadas
Bosques de polvo
Hojas de lumbre negra creciéndole a mi carne
El
aire limpia la soledad del
pavimento
Los neumáticos dejaron su impronta
Casi la noche pero aún algo de bermellón que reverbera
Los abrigos cerrados y las boinas
Los vasos térmicos
Audífonos
Senos arrebolándose
Invierno de córneas limpias atraviesa la calle
Un tendedero de risas se lía con el tráfico
Lomos de desazón en callejones dormitan
Medusas de vaho azul en los cruceros se esponjan
El aire
Con su pecho robusto empuja a los abismos
Esa espalda que habita exhausta
Los pretiles
Esa
fronda de niebla
Doliéndose del ácido
Con su luz de medusa secándose
En el cielo
Es un lomo de vaho
Un vientre de fantasma
Un descanso de vértebras lisas agua ausente
Esa fronda
la carpa
Es piel
que se descose
Ya se cae como un techo de hierba a los arroyos
Pesa
Corta su cáscara el sol de su alarido
Sepulta los despojos
Bajo el yeso y la duna
LUIS JAVIER ALVARADO